La vida es un sendero de perfeccionamiento, es la senda que empinándose hacia la cumbre y transformando su trayecto en vía crucis, conduce al ser humano hacia lo infinito.
Nosotros somos peregrinos, hermanos en el seno de la Madre Naturaleza; y cuando las asperezas del camino nos arrancan lágrimas de dolor, siempre encontramos almas generosas, que nos suavizan la jornada, brindándonos el bálsamo de la bondad, de la compasión y del Amor Universal. Y cuando esto sucede, ya no sufrimos, pues nuestras inquietudes ya no producen sombras, y en nuestros corazones ha prendido la luz de la dulce esperanza, sentimos apoyo y nos unen lazos que nos elevan a las enfáticas regiones del pensamiento, hemos renacido en nuestras conciencias y encontramos Paz.
César Aquiles Ahumada
Ingeniero y Místico
Mi Abuelo
miércoles, 28 de abril de 2010
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